La semana pasada me refería en “el Dormilón” a una de las mejores películas de siempre, “Tiempos Modernos”, sin duda una de mis películas favoritas de Chaplin, junto con El chico (la que más), o “El Gran Dictador”, “La quimera del oro”, y cortos de sus comienzos, etc. Quizás “Tiempos Modernos” sea especial por ser una película con destellos del cine sonoro y la lucidez del cine mudo que todavía conservaban muchas películas todavía, una mezcla interesante; además se mezcla con ingeniosa habilidad la tristeza de la depresión de los años 30 y la comicidad de Chaplin, en cualquier caso él controlo completamente la película; desde la producción y realización hasta la dirección y como no protagonizando el papel estelar, el de Chaplin; curiosamente el famoso vagabundo, como tal personaje actuaría por ultima vez en esta película.
Otros actores que acompañarían a Chaplin fueron Paulette Goddard, quien estaba realmente guapa en esta película (quizás el pelo liso le favorecía más que los tirabuzones pero es lo que se llevaba en la época, jeje) y también puede que influyera su relación sentimental con Chaplin en ese momento; Henry Bergman, un clásico que acompaño al vagabundo (es el dueño del restaurante), Stanley Sandford y Chester Conklin (aquí sale como maestro de mantenimiento y chaplin de ayudante dándole de comer en la fábrica entre tuercas gigantes).
La película esta rodada con una meticulosidad total, cada detalle esta estudiado a la perfección, el guión se comenzó a escribir unos tres años antes y escenas como la de la fábrica tardaban en rodarse al menos un mes. Evidentemente no se dejaban las cosas al azar y casi todo tiene su simbolismo. Incluso el mismo personaje de Charlot no aparece como tal en toda la película sino al final, en la primera parte realmente es un obrero que intenta adaptarse al mundo moderno, aunque fracasa en el intento y en una segunda parte es un preso, luego hay otras historias dentro de la película en las que surge de nuevo
Charlot, como empleado en una tienda, como compañero de la vagabunda y en el restaurante, son dos personajes diferentes siendo el mismo.
Para los que no recuerden muy bien la película recordaré un poco que la misma comienza con Charlot en una fábrica -con un look mas bien modernista, que recordaría a metropolis, con televisores y una limpieza inmaculada- y nuestro amigo apretando tornillos en una cadena de obreros mecánizados, le usan como conejillo de indias para probar una maquina de alimentación mecánica para ahorrar tiempo, además de agobiarle con acelerar el proceso productivo acelerando el trabajo, al final enloquece y le acaban encerrando en el loquero. A la salida acaba en una manifa por equivocación y le encierran en la cárcel, tras cometer un acto heroico con ayuda de un “salero” su vida es maravillosa pero deciden que ya es apto para la vida en la calle.
Intenta trabajar pero es demasiado original para la vida mecanizada y rutinaria de la gente normal así que decide volver a la cárcel, así que ayuda a una huérfana culpándose del robo que cometió ella, al final los dos están solos en un mundo terriblemente duro que no les da ni un sitio donde dormir ni trabajo, pero parece que en por un momento Charlot consigue un buen trabajo en unos almacenes, pero sólo dura un día y tiene que volver a la cárcel. A la salida ella a conseguido un trabajo de bailarina y también le consigue un trabajo a él, cuando las cosas parecen salir adelante la policía descubre que ella tiene que ser detenida por vagabundeo y escapan, ella llora pero él la hace reir.
Posiblemente se inspiro en la película ¡viva la libertad! (A nous la liberté) de René Clair de 1931, o al menos plantean el mismo problema del paro, la explotación de los trabajadores y el taylorismo (mas o menos es descomponer el trabajo según rendimiento y tiempo). En cualquier caso la cinta es algo más que una crítica al sistema productivo capitalista e incluso a los poderes públicos, sólo hace falta ver como actúa la policía frente a los obreros por ejemplo; es una obra de arte que va mas allá, con un contenido evidentemente social pero también poético y con un canto a la esperanza y con una buena dosis de humor e ironía, que es lo que hace grande e inteligente a esta película.
Y es que cuando uno ríe, llora, se agobia, enternece, aterroriza, asombra, enfurece…y ve que esos 90 minutos han pasado como si fueran 90 segundos sabe que acaba de disfrutar de una obra maestra.
¡¡Viva Chaplin!!
Nota 9.4
Y es que cuando uno ríe, llora, se agobia, enternece, aterroriza, asombra, enfurece…y ve que esos 90 minutos han pasado como si fueran 90 segundos sabe que acaba de disfrutar de una obra maestra.
¡¡Viva Chaplin!!
Nota 9.4